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domingo, 15 de abril de 2018

La muerte de Carlos Menem

La muerte de Carlos Menem


El hijo del presidente, Carlos Menem Jr., « Carlitos », murió el 15 de marzo de 1995 junto al corredor de autos Silvio Oltra durante un viaje en helicóptero, a los 26 años de edad.

Las pericias determinaron que el aparato cayó al embestir cables de alta tensión pero su madre Zulema Yoma insistió siempre en que su hijo había sido atacado por proyectiles y que el propio gobierno estaba ocultando las pruebas del hecho, pues según su versión, la muerte de su hijo fue planeada por el entorno del presidente.

La causa por la investigación del hecho fue cerrada en marzo de 2003, pero ante el pedido de Zulema fue reconsiderada por la Corte Suprema que en abril de 2004 decidió rechazar el recurso para reabrirla.

El presidente en principio no apoyó la teoría de su esposa y poco después de la muerte de su hijo Zulema se divorció de él, de quien ya estaba separada de hecho. Luego se presentó como querellante en la causa, abandonando la teoría del accidente.

Además de Zulema Yoma varios sectores de la opinión pública también sospecharon del verdadero motivo de la muerte de Carlitos basados en: que el desguace del helicóptero se hizo inmediatamente sin posibilidad de un nuevo peritaje, que se produjeron varias muertes por asesinato o causas poco claras de algunos testigos y la falta de medidas concretas por parte del gobierno para esclarecer el caso.

El cementerio de La Recoleta en Buenos Aires, Argentina. Foto de Elena

Carlitos Menem murió a los 26 años cuando conducía hacia la ciudad argentina de Rosario su helicóptero Bell Jet Ranger III, asegurado en 680.000 dólares (88 millones de pesetas). Imprudentemente, volaba a muy baja altura, unos 10 o 15 metros, cuando se enganchó con los cables de un tendido eléctrico, las varillas de transmisión de las palas del rotor quedaron cortadas, perdió el control del aparato y éste se precipitó bruscamente hacia la izquierda para estrellarse finalmente, de punta, contra un sembrado de trigo situado a unos 40 metros de la carretera principal. El acompañante, Silvio Oltra, piloto de coches de carreras, murió en el acto, pero Carlos Menem, también automovilista de competición, llegó con vida al hospital de San Nicolás. Murió poco después. Fue un accidente, según la conclusión de los peritos. La prensa argentina, sin excepciones, destacó la pasión del joven fallecido por los deportes de riesgo, sus éxitos en pruebas automovilísticas internacionales, las prácticas de motorismo náutico, su vida siempre al límite. “Mis padres creen mucho en el destino. Yo también creo en el mío y lo que tenga que ser será”, declaró en una ocasión.

Zulema Yoma, que no ha podido superar la tragedia, criticó las conclusiones de los expertos, y el pasado 1 de mayo recusó al juez de la causa por retrasar la exhumación de los restos mortales de su hijo. “¿Ustedes vieron el cuerpo de Carlitos? ¿Alguno lo vio en el cajón? Yo no lo vi, a mí no me consta que ése sea mi hijo”, preguntó a los periodistas. El presidente Menem se había sumado judicialmente a esta reclamación. Pero las imputaciones de la madre, que amenazó con una huelga de hambre en la plaza de Mayo de no ser atendida, no quedaron ahí: exige una explicación de la retirada del respirador artificial a su hijo en el hospital San Felipe de San Nicolás. La proporcionó el médico a cargo: Carlos Menem era ya cadáver. Involucra en el compló al médico personal de Menem, y a su secretario, y ha pedido la intervención de Amnistía Internacional.

Zulema Yoma y su abogado apuestan por la presencia de una tercera persona en el helicóptero de la que nada se dijo, y citan la entrega de una carta advirtiendo sobre un atentado contra un miembro de su familia. Nombran al ministro del Interior, Carlos Corach, como la fuente informante. Una de las hipótesis aventuradas es ésta: un depósito de cadáveres nacional aloja el cuerpo de una integrista iraní, de 24 años, que ingresó en el país como ciudadana francesa estudiante de Arquitectura. Habría conocido a Carlitos en Nueva York y recibió la orden de acabar con su vida: mediante control remoto alteró los mandos de la nave y lo derribó sin explosión. En el choque, apuntaron, habría perecido la mano asesina de una conspiración de mayor alcance.

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