¿Quién robó el acta de la independencia?
Cuando
los diputados declararon la Independencia en Tucumán, el 9 de julio de
1816, una de las disposiciones inmediatas fue enviar diversas actas de
variado contenido a Buenos Aires. El Congreso comisionó al oficial
porteño Cayetano Grimau y Gálvez para que transportara los documentos
desde Tucumán.
Grimau
partió a caballo y solo. En el camino a Buenos Aires, este oficial, que
en su escala en la ciudad de Córdoba había sumado un escolta ofrecido
por el gobernador cordobés, se topó con tres hombres, cuyo líder era
José “el Inglés” García, soldado de Artigas, con quien, a pesar de la
desconfianza que en principio le despertó, continuó la marcha. En la
mañana del 2 de agosto de 1816, cerca de la posta de Cabeza de Tigre, en
Córdoba, los jinetes se encontraron con una glera en la que viajaba el
sacerdote Miguel Calixto del Corro, diputado por Córdoba en el Congreso
de Tucumán.
El
Inglés y Del Corro hablaron a solas, y en una distracción de Grimau, el
Inglés García, alejado ya de Del Corro, lo apuntó con un trabuco y le
ordenó que entregara todos los papeles que llevaba. García aseguró que
cumplía órdenes del diputado cordobés y hacia él derivaron todas las
sospechas, por su buena relación con los artiguistas y su inacción
durante el robo.
A
pesar de las imputaciones y de la investigación que se puso en marcha,
nunca pudo probarse con certeza si fue Artigas quien se quedó con las
actas.
Y
la única certeza de toda esta confusa situación es que el documento más
trascendente de la historia argentina jamás apareció. Lo que hoy se nos
presenta como tal son simples copias del original.
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