Historia del fraile Navarro
por Thomas Gage
Tuve la oportunidad de conocer a Juan Navarro, un fraile franciscano, en la ciudad de Guatemala, que después de disfrazarse con ropas seglares disfrutó durante un año en España de la impúdica compañía de una Amarilis, famosa actriz de teatro, y por temor a ser descubierto se alistó en una misión para Guatemala el año 1632 esperando disfrutar allí, con mayor libertad y un menor temor al castigo, de cualquier objeto carnal y lascivo.
En una palabra, bajo el ropaje de piedad y conversión de almas es la libertad la que atrae a tantos frailes (normalmente jóvenes) a esos remotos lugares de América, donde después de aprender alguna lengua indígena se les concede una parroquia para vivir solos, alejados de la vigilancia del prior o superior, fuera de las fronteras y del ámbito de los muros del claustro. Se les autoriza a tener una casa propia y a quedarse con tantos patacones españoles como su ingenio les enseñe estrujando a los indios recién convertidos. Esta libertad de la que no pueden disfrutar en España es la causa de la perdición de las almas de los malvados frailes en aquellos lugares.
Sólo de momento mencionaré de nuevo al fraile Juan Navarro, famoso por su talento y sabiduría, como profesor y lector de teología y muy apreciado por sus inteligentes sermones, qua a su llegada a Guatemala obtuvo, entre otras muchas cosas, la estimación y el amor de una nombre dama (Qui semel est imbuta recens servabit odorem) que perpetuó en el corazón de Navarro el lujurioso amor que éste había ofrecido anteriormente a Amarilis, de tal forma que el fraile, cegado y herido con las flechas de Cupido, clavadas en su corazón, se lanzó de cabeza a apagar su apasionada sed en el día de Santiago del año 1635. Para dejar constancia de este trágico acontecimiento en este día de Santiago (abogado de los españoles y patrón de esa ciudad llamada Santiago de Guatemala).
Un riachuelo en Centroamérica. Foto de Elena |
Sucedió que el cruel esposo, encontrando al paje de Cupido, Navarro, haciéndole la corte a Venus en su cama, desenvainó la espada hiriendo al fraile en la cabeza y en la cara primero, el cual luchando con la muerte, salvó su vida con una rápida huida al jardín donde otro fraile de su misma orden (y encubridor del malvado acto) entretenía a los huérfanos de madre, ya que el marido, habiendo fallado el golpe en el corazón de Navarro (intencionadamente como algunos imaginaron o accidentalmente como juzgaron otros), hundió, con fuerza, la espada en la garganta de su esposa infiel, apenas dejándole ocasión para hacer une rápida confesión de sus pecados al compañero de Navarro.
Este atendió su alma tanto como su hermano había acariciado su cuerpo y le absolvió de su pecado encontrando señales de arrepentimiento, pues ella no pudo pronunciar palabra.
La esposa fue enterrada aquel mismo día, es esposo se retiró a un monasterio y Juan Navarro conducido a su convento para ser curadoñ un vez sano fue desterrado al Rio de la Plata.
(Thomas Gage, Viajes por la Nueva España y Guatemala, 1648. Publicado en Londres)
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