Vocales de la Primera Junta e historia
¿Qué vocal se enfureció con la familia Saavedra?
Fue Domingo Matheu, en una jornada de toros. Harto ya de los “autodesignados invitados VIP”, concurrió bien temprano a la lidia con el fin de ocupar el palco oficial. Él mismo dejó su indignación por escrito: Una tarde que había función de toros, me fui al palco destinado para la Junta mucho más temprano que otras ocasiones, sabiendo que servía para Saavedra y su esposa con las mujeres que ella llevaba; y al entrar en él vi dos sillas muy bien adornadas con sus dos cojinillos y alfombras a los pies. Al preguntar quién había hecho la manualidad, un señor mayor contestó que había obedecido las órdenes del “excelentísimo Cabildo”. Y como el Cabildo allí no mandaba, Matheu contraordenó retirar alfombras y cojinillos.
Para
futuras ocasiones, el propio Matheu se encargó de fiscalizar que se
terminaran los lujos y que Saturnina Otálora de Saavedra dejara de
llevar amistades. De todos modos, parece que después de la extracción de
los cojinillos, a la dama no le quedaron más ganas de participar, ya
que jamás volvió a usar el palco.
¿Quién fue el vocal que murió por un disgusto?
Fue
el único sacerdote de la Primera Junta y el pionero de los
aniversarios: cumplió años a los tres días de haber asumido y fue el
primero de los nueve miembros en morir.
Las disputas internas alternaban el frágil corazón de Manuel Maximiliano Alberti. Su vínculo con Saavedra era tirante. Los cortocircuitos comenzaron a partir de la polémica incorporación de los diputados de las provincias a la Junta, a fines de 1810. Alberti – igual que Castelli, Paso y Moreno – estaba en contra de sumarlos, pero fue el primero en ceder. Otro de sus enemigos fue el deán Funes, aliado de Saavedra. Probablemente, asumiendo su dificultad para soportar más presiones, escribió su testamento en el mismo mes que sufrió una falla cardíaca (enero de 1811). Tres días más tarde de aquel episodio, y después de haber tenido un entredicho con el Deán (“escandaloso”, según Posadas) sufrió un infarto camino a su iglesia de San Nicolás donde sería enterrado. Al funeral asistieron todos los integrantes de la Junta Grande, Funes incluido. Su lugar en el gobierno, lo ocupó Nicolás, Rodríguez Peña, decidido morenista.
¿Quién fue el miembro de la Primera Junta que abandonó la carrera del sacerdocio?
Mariano
Moreno, el mayor de 14 hermanos, en quien sus padres depositaban todas
sus expectativas. En aquellos tiempos, tener un hijo cura (o una hija
monja) era lo más preciado que podía sucederle a una familia decente y
ambiciones de progreso. Moreno era inteligente et tenaz, pero sus padres
no tenían recursos económicos que acompañaran su aprendizaje. Asistió
al colegio San Carlos en calidad de oyente (no podía pagar el pupilato)
durante tres años. El joven se destacaba en todo y entonces cobraron
importancia varios integrantes del clero, que hicieron de sponsors. Se
instaló en Chuquisaca para iniciar su carrera sacerdotal. La amistad con
el canónigo Terrazas fue determinante.
El
sacerdote convocaba en su casa a los más destacados de la ciudad, y en
su biblioteca hallaba incluso libros prohibidos por la Inquisición.
Moreno no podía pedir más hasta que llegó alguien que le cambió el rumbo
de su vida. Era Maria Guadalupe Cuenca, de trece años, aspirante a
monja. Fue difícil convencer a la madre de la niña. Pero no imposible.
La presencia de Terrazas en la casa de la viuda de Cuenca no era algo
para ignorar. En mayo de 1804, con Mariano ya abogado, se casaron.
Terrazas bendijo la ceremonia y el flamante doctor en leyes prefirió que
sus padres no se enteraran. Fue Cayetano Rodríguez, confesor de Moreno,
quien dio la noticia en Buenos Aires.
¿Perón y un vocal de la Primera Junta murieron en el mismo lugar?
Carlos
Villate heredó una famosa quinta rediseñada por Prilidiano Pueyrredón,
hijo del brigadier, histórica, porque allí había muerto el vocal Miguel
de Azcuénaga, en 1833. Villata arrancaba sin piedad los suspiros de las
mujeres más refinadas. Atractivo, según los cánones de la época, y
empapado de viajes a Paris, paseaba su soltería (que se llevó a la
tumba) a bordo del lujoso yate que solía anclar en el puerto de Olivos.
La quinta era conocida como “la pajarera de Pueyrredón” por su cantidad
de ventanales. Las fiestas que este dandy hacía allí eran antológicos.
Murió a los 46 años. En su testament expresó su volunta: la casona sería
residencia de los presidentes argentinos. Allí, en la quinta de Olivos,
donde expiró Azcuénaga, también falleció quien fuera dos veces
presidente, Juan Domingo Perón (1895-1974).
Antigua fotografía de la Quinta de Olivos (en 1898) |
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