Argentina: Mujeres de mayo y otras historias
¿Quién fue la Amazona de la Libertad? (mujeres de mayo)
Así
se la conoce a Juana Azurduy, protagonista de la más conmovedora y
triste historia de todas las mujeres de la Independencia. Nació en 1780 y
aún era muy pequeña cuando perdió a sus padres. De familia acaudalada,
fue enviada por su tía a uno de los conventos más importantes de Potosí.
Sin embargo, la expulsaron el mismo día que la descubrieron leyendo la
vida de Sor Juana Inés de la Cruz.
Propietaria
de campos heredados de su padre, en 1805, se casó con su vecino, el
hacendado Manuel Padilla, y compartieron sus ideales independistas.
Ayudaron con ganado y caballos a los hombres que había enviado la Junta
revolucionaria, lo que les valió que los realistas, después de la
derrota de Huaqui, confiscaran sus propiedades. Juana, con sus cuatro
hijos pequeños a cuestas, luchó como el más duro guerrero.
Participó
en la batalla de las Pampas de Avohúma, en la guerra de las
Republiquetas, periodo en el que intervino en, por lo menos, 15
combates. Los indios la adoraban, y las mujeres, siguiendo su ejemplo,
se sumaban a la lucha. Astuta como pocas, organizó una emboscada para
rescatar a su marido de los realistas. Incluso, sus enemigos habían
puesto precio a sus cabezas: diez mil pesos. Mientras tanto, sus hijos
iban muriendo de paludismo. Luchó embarazada de su quinta hija hasta
pocas horas ante de dar a luz. Fue nombrada teniente coronel después de
haber matado a un oficial.
En
1816, ejecutaron a su marido y colgaron su cabeza en la plaza del
poblado llamado La Laguna. Aun en condición de fugitiva, no se detuvo
hasta conseguir retirar la cabeza de Padilla de ese sitio. Se unió a las
fuerzas de Güemes por un lustro. Después, el silencio. Juana Azurduy
vivió los 37 últimos años olvidada y en la miseria hasta ser enterrada
en 1862, sin honores, en una fosa común.
¿Qué batalla tuvo como coincidencia el cruce de una manga de langostas?
La
batalla de Tucumán, ocurrida el 24 de septiembre de 1812, ha sido uno
de los acontecimientos más importantes y originales que definieron la
Independencia. Los sucesos tuvieron más de un tinte novelesco desde
antes de iniciarse la acción. Por empezar, el primer cañonazo de los
patriotas asustó al caballo del General Belgrano y lo arrojó de la
montura. El humo y la polvareda que levantaban los caballos no permitían
ver más allá de un metro.
Una
manga de langostas que, cual balas, chocaban contra el cuero de los
hombres de ambos bandos terminó de componer el cuadro. Por otro lado,
los realistas atacaron avanzando hacia el Norte y los patriotas, de cara
al Sur. Es decir que, en caso de retirada, debían huir en dirección al
enemigo, o bien hacia atrás y dando un gran rodeo hasta alcanzar la
retaguardia. Para colmo, todos usaban uniformes similares. Así, Julián
Paz, oficial del ejército de Belgrano, fue tomado prisionero por sus
camaradas.
Y
su hermano José María se disparó con un soldado que, al preguntar a qué
bando pertenecía, respondió “al nuestro”, sumando así más confusión.
Ninguna de las balas que ambos dispararon, salieron. Pero llegó el
capitán Apolinario Saravia, que al ver el episodio degolló, por las
dudas, al potencial enemigo. Sólo después de que estuvo muerto pudieron
revisarlo y comprobar, tal vez por los papeles que llevaba encima, que
pertenecía a los realistas. El final lo supieron bastante después.
Terminada la lucha, nadie sabía con certeza que habían ganado los
patriotas.
Monumento a los descubridores en el parque Lezama de Buenos Aires. Foto - Elena |
¿Cuál fue el primer combate naval?
Se
llevó a cabo el 2 de marzo de 1811 en aguas del Paraná, frente a la
ciudad de San Nicolás. Al mediodía, comenzó el terrible bombardeo de la
fuerza naval española al mando de Jacinto de Romarate. El comandante
patriota Juan Bautista Azopardo intentó sostener su hidalguía durante
dos horas. Hasta que no pudo más. Con gran parte del cuerpo quemado y
bañado en sangre, apuntó a la santabárbara (donde se guarda la pólvora)
para hacer volar el barco y no caer en manos enemigas. No lo logró.
Acusado de insurgente, lo enviaron con grilletes a Cádiz.
Por
su no alcanzaban los cargos de los realistas, la Junta Grande también
lo imputó por mal desempeño. Su encarcelamiento lo privó de participar
en los siguientes diez años cargados de gloria de la historia argentina,
período en el que padeció tormentos inhumanos en tres presidios de
España. Sin embargo, una “Sandalia” lo mantuvo en pie. La familia Pérez
Rico solía ir al presidio a visitar a un amigo. Entre ellos estaba María
Sandalia, con quien se casó, tuvo un hijo, Luis Antoni María de los
Ángeles, y volvió a Buenos Aires. El pequeño Luis Antonio llegó a ser un
tenaz soldado del regimiento de Patricios.
¿Cuándo se usó gas lacrimógeno en la guerra de la independencia?
La
heroica Juana Azurduy tiene, entre sus anécdotas más recordadas,
aquella en la que supo combinar de manera perfecta su inteligencia y
coraje. El 4 de marzo de 1814, después de vencer a los realistas en la
localidad de Tarvita, un grupo de derrotados corrió a refugiarse en el
caso de una estancia lo suficientemente bien provista como para
atrincherarse. Había que sacarlos cuanto antes de allí, ya que no
tardarían en llegar refuerzos enemigos y entonces sí que la situación se
pondría difícil. Utilizando lo que habían aprendido de los indios,
Juana y su esposo, primero, llenaron bolsas con varios kilos de ajíes.
Después,
armaron una estrategia: su marido dirigió un grupo comando que trepó a
los techos de la casa, mientras Azurduy, con su batallón mixto, los
cubrían desde abajo. Padilla hizo un boquete en el techo, prendió fuego a
las bolsas de ajíes y las tiró dentro del refugio. El gas lacrimógeno
casero logró su efecto. Los realistas abandonaron la estancia
lagrimeando y se rindieron.
¿Qué derrota fue por culpa de una corneta?
La
peor derrota de Belgrano ocurrió el 1ero de noviembre de 1813 en la
Pampa de Vicapugio. Penosa y también confusa, si se tiene en cuenta que
la batalla estaba ganada, pero se dio vuelta por culpa de una corneta.
Los realistas formaron tres columnas. Dos ya habían sido anuladas. El
general Joaquín de la Pezuela supo que todo estaba perdido. Hasta que un
clarín llamó a reunión. Los que ganaban pegaron media vuelta, para
desesperación de Belgrano y ventaja de los realistas, que aprovecharon
para reorganizarse. Una batalla que iba a resolverse en una hora terminó
durando tres. El clarín y la altura les habían arrebatado la victoria y
la moral. Seis semanas después, los patriotas caerían en Ayohúma.
¿Quién desobedeció a San Martin en Chacabuco e hizo peligrar la victoria?
Para
la batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, San Martín dispuso a
su ejército en dos grandes columnas comandadas por los brigadieres
Bernardo O’Higgins y Miguel Soler, respectivamente. El plan era que el
primero se situara frente a los realistas, a corta distancia, y que
cargara cuando recibiera la señal de la vanguardia de los hombres de
Soler, quien en minutos irrumpiría desde las montañas en el campo para
golpear al enemigo en su flanco. Pero O’Higgins perdió la paciencia y no
esperó la señal que anunciaba que la otra columna estaba lista. Atacó
más allá de lo establecido. Soler, por su parte, estaba retrasado por
una quebrada que no podía atravesar.
Desde
lejos, San Martín observaba cómo su estrategía se debilitaba. De
inmediato, alistó a la reserva para que cargara, dirigida por él mismo
de manera envolvente. El tiempo apremiaba y se percebía el desequilibro
de fuerzas y el desorden que mostraba la tropa del militar chileno.
Finalmente, asomó la columna de Soler en las laderas y San Martín ordenó
a la reserva que aguardara. La llegada de la fuerza auxiliar resolvió
la batalla. Chacabuco fue victoria y abrió el camino hacia la libertad
de Chile, pero casi se pierde
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