Recurdos historicas argentinos
¿Cómo vieron los pintores extranjeros la época?
Fueron los pintores extranjeros quienes, principalmente, reflejaron la sociedad argentina y los acontecimientos de las primeras décadas del siglo XIX. Aunque también hubo expresiones artísticas locales respecto de esta época, éstas estaban marcadas por la influencia de la ilustración imperante en Europa y, como forma de contrarrestar la influencia hispánica, dejaban a un lado la temática religiosa para dar paso a las escenas de costumbres.
Por eso vale la pena conocer, aunque sea superficialmente, la obra de estos viajeros. Emeric Essex Vidal fue un marino y acuarelista inglés que visitó Buenos Aires en 1816 y regresó en 1829, para recorrer, también, parte del país. Sus obras son un registro notable en lo relativo al ambiente e indumentaria de aquel momento.
Por esos años llegó a Buenos Aires, el ingeniero, arquitecto, retratista y litógrafo francés Carlos Enrique Pellegrini, contratado para hacerse cargo de varias obras públicas.
Al margen de estos trabajos, desplegó un gran talento de dibujante y pintor, y, además de convertirse en el retratista de moda de la década de 1830, pintó, con minuciosidad, lugares y escenas de la ciudad y el campo. Fue el padre de Carlos Enrique José Pellegrini, Presidente de la República argentina en 1890.
Otros artistas europeos que mostraron la cultura argentina fueron el naturalista y excelente dibujante y pintor francés Alcides Dessalines d’Orbigny; Mariano Rugendas, austríaco, que legó a la sociedad más de tres mil obras de sus viajes; el francés Juan Felipe Goulu y el suco José Guth.
¿Quiénes fueron los principales naturalistas?
El naturalista criollo más distinguido de la época fue, sin dudas, el presbítero uruguayo Dámaso Larrañaga, quien realizó sus estudios en Buenos Aires y Córdoba, y luego de eso mantuvo estrecha relación con otros dos grandes investigadores de la naturaleza, también clérigos: Bartolomé Muñoz, un español primo de Tomás Guido que se encontraba en el Río de la Plata durante los sucesos de 1810 y, desde entonces, abrazó la causa revolucionaria, y Saturnino Segurola, autor de numerosos textos sobre el tema.
Hubo otro trío de naturalistas destacables, viajeros europeos que, casi en forma sucesiva, recorrieron el territorio argentino y realizaron importantes observaciones: el español Félix de Azara, que permaneció más de dos décadas, el austrohúngaro Tadeo Henke, integrante de la expedición de Alejandro Malaespina, en 1789, y Amadeo Bonpland, que llegó al Río de la Plata en 1817.
El capitán de navio Félix de Azara, retratado por Francisco de Goya |
¿Había algún museo de ciencias?
En 1812, el Primer Triunvirato invitó a las provincias a que hicieran acopio de material de los reinos mineral, vegetal y animal de cada región para fundar un museo que los reuniera y conservara. La convocatoria, de una clara concepción centralista, no tuvo aceptación en las provincias y sólo en 1814, llegó la primera donación, por parte des presbítero Bartolomé Muñoz. Se trataba de una colección de crustáceos, muestras minerales, instrumental y una gran cantidad de ilustraciones de fauna y flora autóctona. Los objetos permanecieron en la Biblioteca Pública hasta 1826, cuando el Museo Público – antecedente del actual Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia - tuvo espacio propio en las celdas altas del convento de Santo Domingo.
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