Adsense

viernes, 13 de abril de 2018

¿Dónde descansan los restos de los Patriotas?

¿Dónde descansan los restos de los Patriotas?


Siguiendo la costumbre colonial, varios de los próceres argentinos fueron enterrados en iglesias católicas. Por ejemplo, los restos de San-Martin, Guido y Las Heras están en la Catedral Metropolitana, y de Belgrano, Gonzales Balcarce, Quintana y Álzaga, en la de Santo Domingo, en Buenos Aires. El déan Funes y José María Paz están sepultados en la Catedral de Córdob; Güemes, en la de Salta, y Urquiza, en la Basílica de la Inmaculada Concepción, en Entre Ríos.

Sin embargo, son varias de casi cinco mil bóvedas del Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires, donde descansan los cuerpos de los Próceres de la Independencia, así como de presidentes, políticos, militares, científicos, artistas y celebridades de distintas épocas.

De hecho, se dice que recorrerlo es recorrer parte de la historia de la Argentina o por lo menos de conocer a varios de sus protagonistas.
 
El Cementerio de la Recoleta, el primero público que tuvo la ciudad – tiene 54.843 metros cuadrados y fue creado en 1822, con el nombre del Cementerio del Norte, en los terrenos que habían sido de los monjes recoletos.
 
Cementerio de la Recoleta, litografía coloreada de Carlos Enrique Pellegrini. 1841

Las tumbas del Cementerio de la Recoleta


Entre quienes actuaron en el siglo XIX, y se encuentran allí descansando, se pueden mencionar, por orden alfabético, a Juan Batista Alberdi, Valentín Alsina, Ignacio Álvarez Thomas, Carlos María de Alvear, Nicolás Avellaneda, Miguel de Azcuénaga, Carlos Luis Federico de Brandsen, Gullermo Brown, Antonio Cambaceres, Manuel Dorrego, Remedios de Escalada de San Martin, Carlos Guido Spano, José Hernández, Amadeo Jacques, Vicente López y Planes, Domingo Matheu. Bartolomé Mitre, Juan Manuel Ortiz de Rosas, Juan José Paso, José C. Paz, Juan Martín de Pueyrredón, Juan Facundo Quiroga, Guillermo Rawson, Martín Rodríguez, Nicolás Rodríguez Peña, Cornelio Saavedra, Mariquita Sánchez de Thompson y Mendeville, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Cruz Varela, Florencio Varela, Luis Vernet.

Una tumba del cementerio de la Recoleta. Foto de Elena

¿En qué consistían los duelos?

¿En qué consistían los duelos?


Como en otras latitudes, el duelo criollo era un evento con normas no escritas que servía para “lavar el honor de alguno de los contendientes y ratificar su posición en la sociedad. Se trataba más de una afirmación de habilidad y de predominio sobre el contrario que de la búsqueda de su muerte y, a veces, sólo se intentaba marcarlo en el rostro con el cuchillo.

Ésta era el arma personal de los paisanos, que también servía como herramienta de trabajo y utensilio. Cuando lo llevaban en la espalda, atravesado en la cintura y con el cabo asomando hacia la derecha, el filo iba hacia arriba, y si lo sujetaban adelante, entre el ombligo y la cadera derecha, éste iba hacia abajo. Sin embargo, los gauchos eran remisos a desenfundar el cuchillo e, incluso, cuando el adversario no era digno de ello, podían valerse simplemente des rebenque o hasta de la alpargata.

Como armas defensiva, para desviar la puñalada, usaban el poncho, que se enrollaban en el brazo izquierdo y con éste separado del cuerpo. Y le dejaban una parte suelta, que podían utilizar tanto para distraer al rival con el movimiento de los flecos o darle chicotazos desdeñosos en la cara, como también – los más hábiles, para enredar con éstos el arma des contrincante.

El cementerio de la Recoleta en Buenos Aires, Argentina. Foto de Elena

¿Qué se leía y qué se pintaba en 1810?

¿Qué se leía y qué se pintaba en 1810?

¿Qué se pintaba entonces?


El español Francisco de Goya (1726’1828), pintor genial, comienza una ambiciosa tela que le tomará dos años terminar. Se trata de El Coloso (1810-1812). Es una visión de pesadilla donde un gigante se levanta por sobre los nubarrones y parece amenazar a una humanidad que huye, pequeña y aterrada.

Se considera esta obra siniestra y magnifica como una metáfora de los horrores de la guerras napoleónicas, aún en pleno desarrollo cuando Goya la pinta. Lejos de este estilo sombrío está el francés Jean-Auguste Dominique Ingres (1780-1867), casi en las antípodas (estéticas y políticas, ya que era un ferviente admirador de Napoleón). Alrededor de este año Ingres inicia la pintura de otra obra ambiciosa, La gran odalisca (concluida en 1814). En ella se puede apreciar una belle mujer con una de esas “espaldas de Ingres”, es decir, con por lo menos tres vértebras de más para estilizarlas a su gusto.
La gran odalisca
Coloso

¿Qué se leía, qué se escuchaba, qué se veía?


La novela gótica de fines del siglo XVIII está en decadencia y da paso a nuevos autores, menos inclinados por el horror sobrenatural que por las tramas de aventuras románticas y ambiente pseudohistórico.

El escocés sir Walter Scott (1771-1832), líder indiscutido del género, publica este año de 1810 La Dama del Lago, que le abrirá paso a la fama. La acrecentará rápidamente con traducciones masivas de sus numerosísimas novelas (¡La primera edición completa de ellas, impresa en Edimburgo, llega a ocupar 48 tomos!) España cuenta con buenos exponentes, como Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), de gran influencia política, y Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), dramaturgo autor de El sí de las niñas(1806), representada a ambos lados del Atlántico durante los años siguientes. Y en lo que a teatro se refiere, por estos años nace un género eminentemente popular, el melodrama.

En París, se estrena en 1810 Las ruinas de Babilonia, de R.C.G. de Pixérécourt (1773-1884), padre de este género con descendencia hasta la actualidad (las novelas televisivas). Gioachino Rossini (1792-1868), el más famoso operista de su generación, debuta en Venecia con su primera producción, La cambiale di matrimonio.

La historia

El árbol de cacao

El árbol de cacao y el modo de preparación de la bebida

 Por Thomas Gage (Viajes por Nueva España y Guatemala)


El árbol que produce este fruto es tan delicado y la tierra donde crece tan extremadamente caliente que para salvar el árbol de ser consumido por el calor primero plantan otros árboles, a los cuales llaman “las madres del cacao”, y cuando éstos han crecido hasta una altura adecuada para dar sombras a los árboles del cacao, entonces plantan los cacaotals, o árboles del cacao, de forma que cuando éstos empiezan a mostrarse sobre el suelo, los árboles que ya están crecidos los protegen y como madres los nutren, los defienden del calor y les dan sombra.

 El fruto no crece desnudo, sino que, como dije antes, dentro de una gran envoltura o bolsa hay muchos granos y, además, cada uno de ellos están envuelto en una piel blanca y jugosa que a las mujeres les gusta chupar, encontrándolo fresco, preparándolo también en agua. Hay dos tipos de cacao: uno, que es el más corriente, que es de un color oscuro, inclinándose al rojo, y que es redondo y en forma de pico en los extremos.

 El otro es más ancho, más grande y más plano y no tan redondo, a éste le llaman patlaxte y es blanco, más seco y se vende bastante más barato que el primero, y especialmente éste, más que el otro, causa insomnio y ahuyenta el sueño, y, por tanto, no es tan útil como el ordinario y lo consumen principalmente las clases más ordinarias y bajas.

 Cuanto al resto de los ingredientes que completan esta confección del chocolate, hay notable variedad, porque algunos le echan pimienta negra, lo cual no aprueban la mayoría de los médicos, porque resulta tan caliente y seco que sólo es bueno par los que tengan el hígado muy frío, pero, generalmente, en vez de esta pimienta le echan un pimiento largo y rojo llamado chile, que, aunque es caliente en la boca, es frío y húmedo en la digestión. Se compone, además, de azúcar blanco, canela, clavo, anís, almendras, avellanas, orejuelas, vainilla, sapayoll, agua de azahar, algo de nuez moscada y una parte suficiente de achiote para que le dé color de ladrillo rojo.

La receta común de Antonio Colmenero es ésta: Por cada cien porciones de cacao, dos porciones de chiles, ese pimiento rojo y largo, un puñado de anís y de orejuelas y dos de las flores llamadas mechasuchil o vainilla, o, en vez de eso, seis rosas de Alejandría molidas, dos porciones de canela y una docena de almendras y otra de avellanas, media libra de azúcar blanca y suficiente cantidad de achiote para darle color.

Antonio Colmenero pensó que no eran apropiadas ni el clavo ni la nuez moscada, pero estos ingredientes se usan mucho en las Indias.

Dos aras rojas. Foto de Elena

 Otros suelen echarle maíz o panizo, que es muy flatulento, pero sólo hacen esto para su provecho, aumentando la cantidad de chocolate, porque cada fanega o medida de maíz, que contiene cerca de un bushel y medio, se vende por ocho chelines la libra, que es el precio ordinario, La canela es considerada uno de los mejores ingredientes y nadie lo niega, porque es seco y caliente en tercer grado, provoca orina, ayuda a los riñones y es buena para los que tengan enfermedades frías, es buena par los ojos y es, en efecto, un buen cordial, como dice el autor de estos versos “Commoda urinae cinamomum renibus aefert lamina clarificat, dira venena fugat”. 

 El achiote tiene una cualidad atenuadora y penetrante, como lo muestra la práctica común de los físicos en las Indias, muy experimentados en sus efectos, quienes lo dan a sus enfermos para cortar y atenuar los grandes humores que causan insuficiencia respiratoria y retención de orina, y así se usa para toda clase de bloqueos, y se dan para las obstrucciones que hay en el pecho o en la región del vientre o en cualquier otra parte del cuerpo.

 Este achiote también crece en un árbol en bolsas redondas, que están llenas de granos rojos, de los cuales se saca el achiote, que primero se hace pasta y luego de secada se transforma o bien en bolsas redondas o tortas, o en forma de pequeños ladrillos, y así se vende.

 En cuanto a los pimientos rojos y largos, los hay de cuatro clases; unos se llaman chichotes; otros son muy pequeños y se llaman chilterpin, y estas dos clases son muy picantes. Las otras dos se llaman toachiles y sólo son moderadamente picantes, por lo que los indios lo comen con pan, como comen otros frutos, pero la que generalmente se echa en el chocolate se llama chipaclagua, la cual tiene una amplia cáscara y no es picante como las primeras ni tan suave como la última. 

 La mecasúchil, o vainilla, tiene una cualidad purgante. Todos estos ingredientes se echan al chocolate y también otras cosas de acuerdo con los gustos. Pero las clases más pobres, como negros o indios, generalmente no les echan más que cacao, achiote, maíz y unos pocos chiles un poco de anís. 

Y aunque el cacao se mezcla con todos estos ingredientes que son calientes, ha de haber una gran cantidad de cacao, luego todo estos ingredientes sirven para templar la frialdad del cacao, de donde se saca la conclusión de que esta confección del chocolate no es tan fría como el cacao ni tan caliente como el resto de los ingredientes, sino que, de la acción y reacción de estos ingredientes, resulta un producto moderado que puede ser bueno para estómagos fríos y calientes si se toma moderadamente

Vida de un prior en Nueva España

Vida de un prior en Nueva España

(por Thomas Gage, extracto de Viajes por la Nueva España y Guatemala)


El fraile Calvo presentó al prior del convento de Santo-Domingo de San Juan de Ulhúa (San-Juan de Ulúa o Veracruz) a sus dominicanos, quien nos dio un caluroso recibimiento, ofreciéndonos unos dulces y una taza de la bebida india llamada chocolate, de la que hablaré más tarde. Al acabar este refresco comenzamos una buena comida de pescado y de carne, no faltó ningún tipo de ave, nos ofrecieron numerosos pavos, capones y gallinas para mostrarnos las abundantes provisiones del país.

El prior de este monasterio no era anciano de cabello blanco como son normalmente los superiores que tienen que gobernar a los frailes jóvenes e irresponsables, sino que era un galante jovenzuelo que (según fuimos informados) había obtenido de su superior de la provincia el mando de ese convento con un soborno de mil ducados.

Después de comer nos llevaron a unos cuantos a su aposento, donde observamos su falta de sobriedad y el poco ambiente de religión y mortificación que había en él. 

Habíamos esperado encontrar en su aposento una biblioteca que nos probara su amor hacia el estudio y el aprendizaje, pero no encontramos más que doce libros viejos situados en una esquina, llenos de polvo y telarañas, como si estuvieran avergonzados de que el tesoro que encerraban estuviera tan olvidado y menospreciado, y la guitarra (el laúd español) ocupaba el lugar preferencial por encima de ellos. Su aposento estaba ricamente decorado, colgaban muchos cuadros, algunos hechos con lana, otros con plumas de Mecheocan de diversos colores, sus mesas estaban cubiertas por manteles de seda, sus cajones adornados con varios tipos de tazas y platos chinos, guardados con varias clases de carnes y conservas.

 
Una flor roja en Centroamérica. Foto de Elena
 Todo esto pareció a los celosos frailes de nuestra misión una gran vanidad impropia de un fraile pobre et mendicante.

A los otros, cuya finalidad al venir a estos lugares desde España era obtener libertad, relajamiento y riquezas, este espectáculo les agradó mucho y les dio ánimos para adentrarse más en este país, donde pronto un mendigo Lázaro podría convertirse en un satisfecho y rico Epulón.

El discurso del joven y poco serio prior no era más que un vanidoso fanfarronear de si mismo, su nacimiento, su amistad con el jefe superior de la provincia, su proveniencia, el cariño que las señoras mejor situadas y las mujeres de los comerciantes más ricos de la ciudad tenían hacia él, de su clara y excelente voz y gran destreza en la música, de lo cual nos dio una muestra tocando su guitarra y cantándonos algunos versos (como él dijo, compuestos por él) dedicados a alguna bella Amarylis o aun más bella Norma

Cacao y chocolate

Cacao y chocolate Por Thomas Gage (Viajes por Nueva España y Guatemala) Hoy en día el chocolate es usado no sólo en todas las Indi...