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jueves, 12 de abril de 2018

Historia del fraile Navarro

Historia del fraile Navarro


por Thomas Gage


Tuve la oportunidad de conocer a Juan Navarro, un fraile franciscano, en la ciudad de Guatemala, que después de disfrazarse con ropas seglares disfrutó durante un año en España de la impúdica compañía de una Amarilis, famosa actriz de teatro, y por temor a ser descubierto se alistó en una misión para Guatemala el año 1632 esperando disfrutar allí, con mayor libertad y un menor temor al castigo, de cualquier objeto carnal y lascivo.

En una palabra, bajo el ropaje de piedad y conversión de almas es la libertad la que atrae a tantos frailes (normalmente jóvenes) a esos remotos lugares de América, donde después de aprender alguna lengua indígena se les concede una parroquia para vivir solos, alejados de la vigilancia del prior o superior, fuera de las fronteras y del ámbito de los muros del claustro. Se les autoriza a tener una casa propia y a quedarse con tantos patacones españoles como su ingenio les enseñe estrujando a los indios recién convertidos. Esta libertad de la que no pueden disfrutar en España es la causa de la perdición de las almas de los malvados frailes en aquellos lugares.

Sólo de momento mencionaré de nuevo al fraile Juan Navarro, famoso por su talento y sabiduría, como profesor y lector de teología y muy apreciado por sus inteligentes sermones, qua a su llegada a Guatemala obtuvo, entre otras muchas cosas, la estimación y el amor de una nombre dama (Qui semel est imbuta recens servabit odorem) que perpetuó en el corazón de Navarro el lujurioso amor que éste había ofrecido anteriormente a Amarilis, de tal forma que el fraile, cegado y herido con las flechas de Cupido, clavadas en su corazón, se lanzó de cabeza a apagar su apasionada sed en el día de Santiago del año 1635. Para dejar constancia de este trágico acontecimiento en este día de Santiago (abogado de los españoles y patrón de esa ciudad llamada Santiago de Guatemala).

Un riachuelo en Centroamérica. Foto de Elena

Sucedió que el cruel esposo, encontrando al paje de Cupido, Navarro, haciéndole la corte a Venus en su cama, desenvainó la espada hiriendo al fraile en la cabeza y en la cara primero, el cual luchando con la muerte, salvó su vida con una rápida huida al jardín donde otro fraile de su misma orden (y encubridor del malvado acto) entretenía a los huérfanos de madre, ya que el marido, habiendo fallado el golpe en el corazón de Navarro (intencionadamente como algunos imaginaron o accidentalmente como juzgaron otros), hundió, con fuerza, la espada en la garganta de su esposa infiel, apenas dejándole ocasión para hacer une rápida confesión de sus pecados al compañero de Navarro.

Este atendió su alma tanto como su hermano había acariciado su cuerpo y le absolvió de su pecado encontrando señales de arrepentimiento, pues ella no pudo pronunciar palabra.

La esposa fue enterrada aquel mismo día, es esposo se retiró a un monasterio y Juan Navarro conducido a su convento para ser curadoñ un vez sano fue desterrado al Rio de la Plata.

(Thomas Gage, Viajes por la Nueva España y Guatemala, 1648. Publicado en Londres)

Historias desde la Argentina

Historias de la Argentina

 

La Ciencia de Mayo. Miguel de Asúa/Fondo de cultura económica.


Al analizar en qué consistía “hacer ciencia” hacia 1810 en el Río-de-la-Plata, Miguel de Asúa tiene en cuenta los múltiples aspectos de todas cultura científica, a los que suma la complejidad de la articulación entre la última época virreinal y los primeros años de la independencia, sin duda, algunos de los años más inquietos y, a la vez, de espíritu más progresista y renovador de la historia argentina.

Enigmas de la historia argentina. Diego Valenzuela/Sudamericana.


Con una mirada distinta y sin perder de vista las pequeñas historias, Valenzuela plantea interrogantes que son el disparador para analizar, a la luz de las investigaciones históricas más recientes, los hechos y procesos de los temas cruciales de la vida nacional del siglo XIX. Por ejemplo, la pregunta ¿por qué no quedan negros? Permite conocer la historia de la esclavitud y el mestizaje en el país.


Pensar la Nación. Conferencias del Bicentenario. Juan Quintar y Carlos Gabetta. Capital Intelectual.


En 2009, este ciclo de reuniones, organizado por Le Monde Diplomatique edición Cono Sur, la Universidad nacional de Comahue y el Banco Credicorp –convocó a prestigiosos especialistas argentinos de distintas disciplinas y convicciones ideológicas, pero que comparten la seriedad con que reflexionaron sobre el camino recorrido por el país desde 1810 y sumaron su pensamiento para echar las bases de un futuro democrático e inclusivo.

 
Monumento a Garibaldi en la avenida Santa-Fe. Foto de Elena

 1810, la otra historia de nuestra revolución fundadora. Felipe Pigna. Planeta.


“Me propongo acercarles a mis lectores elementos generalmente dispersos para analizar el complicado y fascinante proceso de nuestra revolución fundadora”, dice Pegna en el prólogo de este libro que, agrega, está pensado como un modelo para armar. Con su lectura es posible descubrir los objetivos, ideas y aspiraciones que movilizaban a quienes, por esos agitados días de 1810, habían comenzado a cambiar una realidad de dominación colonial.

El Relicario Ernesto Mallo. Planeta.


La ficción también tiene espacio en la historia. Mallo presenta una novela de aventuras e intrigas con trasfondo histórico que, aunque no tiene pretensiones de erudición, está fundamentada en una extensa bibliografía. A través la historia de un relicario que circula de mano en mano, recorre tres siglos de historia para culminar en el Rio de la Plata, luego de los sucesos de Mayo.

El otro Bicentenario. 200 hechos que no hicieron Patria. Gustavo Ng, Néstor Restivo y Camilo Sánchez.


Los Maldonado – como se llamaron los autores, en homenaje al desatino – reviven 200 momentos oscuros, algunos ridículos y otros trágicos, de la historia de Argentina. Plantean un recorrido tan arbitrario e irreverente como respetuoso y con cierto tamiz de cariño, que puede ser tomado como una vía posible para aprender del error, analizar algunos aspectos, hacerse cargo de otros y, por momentos, reírse de ciertos matrices de la idiosincrasia argentina.

Argentina en 1910

Argentina en 1910


El magnífico Teatro Colón estuvo listo en 1908. Su inauguración se hizo coincidir con las fiestas mayas de ese año, anticipando las celebraciones centenarias con un coliseo digno de la capital que ya frecuentaban artistas célebres, como el tenor napolitano Enrico Caruzo (1873-1921), quien visitaba estas latitudes (Argentina) desde 1899.

La flamante Avenida de Mayo, moderna arteria que une el Congreso con la Casa de Gobierno, fue engalanada para los desfiles oficiales en donde se podían apreciar imponentes carruajes tirados por caballos, o algún raro automóvil pionero. Nadie en la capital quería perderse estos espectáculos públicos, y la frase “alquilo balcón” se puede leer en más de un aviso en distintos diarios porteños de aquellos días.Como no podía ser de otra manera en el Granero del Mundo, la Sociedad rural organizó una Exposición internacional de Ganadería que se inauguró dos días después del aniversario mayo.

Otras exposiciones del año fueron la Ferroviaria (los trenes estaban en su apogeo), la Industrial y la de Bellas Artes.

También abrió sus puertas este año la Escuela Aérea Argentina, el 27 de julio.

En cuanto a las provincias, la Nación puso en marcha en agosto un plan de obras para llevar agua potable a aquellas que desearan participar en el proyecto.

La Casa Rosada - el palacio presidencial. Foto de Elena

Roque Sáenz Peña


El 13 de marzo 1910 hubo elecciones presidenciales y resultó designado Roque Sáenz Peña (1851-1914). Estas votaciones se llevaron a cabo por medio de un sistema de electores sujeto a todo tipo de presiones, fraudes y negocios.

Sáenz Peña, un abogado y diplomático de prestigio internacional, batalló para lograr la Ley de Sufragio Universal, promulgada al fin el 13 de febrero de 1912. Pero él no vivió para verla en marcha con la elección de un sucesor: Sáenz Peña murió el 13 de febrero de 1914, y fue re-emplazado por su vicepresidente Victorino de la Plaza (1840-1919). También, por unos meses, se perdió la posibilidad de ser el gran anfitrión del Centenario, porque Sáenz Peña asumió la presidencia de la Nación el 12 de octubre de 1910. Los honores de la celebración del 25 de mayo le compitieron al todavía titular, José Figueroa Alcorta (1860-1931). Por su parte, este Presidente de transición (había re-emplazado al también fallecido en ejercicio Manuel Quintana, en 1906), es hoy más recordado por una tradición curiosa, luego devenida ley (20.843). Se trata de aquella que beneficia con el padrinazgo presidencial al séptimo hijo de un matrimonio nativo. 

Curiosamente, la primera familia que accedió a este honro fue una de campesinos rusos radicados en Coronel Pringles (provincia de Buenos Aires), en 1907, apellidada Brost. La Argentina del Centenario era asimismo el país adoptivo de millares de inmigrantes. 

¿Quiénes fueron las visitas más distinguidas?


Los festejos incluyeron la invitación de gobernantes ilustres de países limítrofes, europeos y algunos más remotos y exóticos para la época, como Rusia y Japón. En vez del temido cometa Halley, el 18 de mayo llegó la Infanta, así llamada a secas hasta hoy. Pero no del cielo, sino del mar. Doña Isabel de Borbón, tía del rey de España don Alfonso XIIII, desembarcó en Buenos Aires con gran boato. Se dice que en su paso por el país gastó sólo en propinas y obsequios más de 20 mil pesos (una revista, como Cartas y Caretas, por ejemplo, costaba 0,20 centavos). 

Sin tanto oropel, pero con mayores créditos intelectuales llegaron los escritores españoles don Ramón del Valle-Inclán (1866-1936), dramaturgo y excéntrico, y Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928), autor de Sangre y arena, llevada al cine por Hollywood en dos ocasiones. Este último quedó tan entusiasmado por la Argentina que fundó colonias agrícolas en las provincias del Neuquén y de Corrientes. Georges Clemenceau (1841-1929), uno de los políticos más importantes de la época, no sólo visitó el país, sino que al año siguiente, de vuelta en París, publicó una serie de artículos sobre la Argentina en la prestigiosa revista L’Illustration. En ellos contó sus impresiones sobre paseos por El Tigre, en el Delta bonaerense, por Rosario o Tucumán, cuyas vecinas le provocaron esa confesión: “algunas de sus mujeres son de una rara belleza”

Anécodatas del siglo 19 en la Argentina

¿Qué es la manzana de las luces?


Se llama así a la manzana comprendida entre las calles Alsina, Moreno, Bolívar y Perú, de Buenos Aires. El nombre se usó por primera vez en un artículo aparecido en El Argos, el 1 de septiembre de 1821. Decía que esa era la manzana de las luces porque allí funcionaban las principales instituciones de irradiación cultural – y el artículo era crítico – que convendría también que el exterior correspondiese a la riqueza interior que contiene esta manzana.

Une breve recorrida por las circunstancias que allí tuvieron lugar en las primeras décadas del siglo XIX sirven para comprender que el título le correspondía: En ese espacio operaba la Imprenta de Niños Expósitos, en la que, en 1801, se imprimió el primer periódico de Buenos Aires, el Telégrafo mercantil. Allí se creó la Biblioteca pública, en 1811, y, el año siguiente, el Museo público.

En la década siguiente, el predio albergó a la Universidad de Buenos Aires y el archivo general de la Nación. También las artes tuvieron cabida, ya que allí funcionó la Academia de Dibujo, donde se formaron los precursores de la pintura argentina, y a fines de la década de 1820, fue el ámbito elegido para la primera exposición de arte de la ciudad.

¿Eran tan importantes los abanicos?

Junto con la mantilla con que se cubrían, eran el complemento infaltable del arreglo de cualquier dama porteña. En la época virreinal servían para compensar la sobriedad de la moda que llegaba de España.

Algunos se destacaban por la belleza de su diseño y la calidad de los materiales con que eran fabricados por eximios artesanos. Entre los que se conservan, se cuentan tres pertenecientes a Mariquita Sanchez que se pueden apreciar en la Quinta Los Ombués, la chacra de San-Isidro, propiedad de la dama entre 1812 y 1827, que hoy es museo (uno especialmente es muy bello – abanico de carey y plumas rojas).

Jardin botanico de Buenos Aires. Foto de Elena

¿Es cierto que Remedios de Escalada de San Martin era de baja estatura?

Sí, es cierto. Se observa su vestido que aún se conserva en el Museo histórico Saavedra de Buenos Aires. Se puede deducir que era una mujer bastante menuda, como otra porteña famosa Norma S.

En su libro, La Moda en la Argentina, la socióloga Susana Saulquin describe bien la prenda: El vestido es de linón bordado en punto beauavis, con trabajo de pequeñas lentejuelas doradas recamando el bordado; el escote es redondo y las mangas cortas tienen forma de globo.

De talle no demasiado alto parte una falda que reúne los frunces en la delantera y se ven claramente en el ruedo los pesos que les colocaban para que no se levantaran al caminar.

La autora especula con que el vestido debe haber sido confeccionado en una fecha cercana a la muerte de Remedios, en 1823, ya que, por esos años, el talle de los vestidos se fue bajando hasta ubicarse a la cintura a mediados de la década.

¿Quedan edificios de comienzos del siglo XIX en Buenos Aires? 

La más célebre es la casa mínima, llamada así porque tiene escasos dos metros y medio de frente.

Está en San Telmo (se encuentra en San Lorenzo 380) y es la vivienda más angosta de Buenos Aires.

Ce cree que fue construida en la primera década del siglo XIX. También se la conoce como “la casa del esclavo liberto, porque se decía que allí había vivido un esclavo de Urquiza, que al ser liberado luego de la Asamblea de 1813, recibió de su amo esa vivienda.

Pero hay que recordar que lo que se decretó en aquel momento fue la libertad de vientres, es decir que los hijos de esclavos nacidos desde entonces serían libertos al llegar a la adultez.

En realidad, según algunos estudios recientes realizados sobre el Catastro Beare, ese solar es un espacio residual de una casa que sufrió sucesivas reformas y divisiones. 

Sin embargo, la casa mínima no deja de tener su trascendencia, ya que, junto con las casa de Juan Bautista Elorriaga y de María Josefa Ezcurra – ambas ahora forman parte del Museo de la Ciudad – se la considera uno de los pocos exponentes de la arquitectura de la época revolucionara que aún se conserva

Argentina - Anécdotas históricas

Argentina - Anécdotas históricas


¿Se pensaba en la educación técnica y científica?


En los últimos años del siglo XVIII, las ideas de la Ilustración ya se conocían en el Río de la Plata y se comenzó a pensar en la educación técnica como el gran motor de las actividades productivas. El mayor impulsor fue Manuel Belgrano, para quien la matemática aplicada era el camino a la incipiente Revolución industrial que deslumbraba a Europa. Por esto, en 1799, promovió la creación de la Academia de Náutica, donde se enseñaría, según el reglamento redactado por él mismo, “Geometría rectilínea, y esférica; la Hidrografía, el Dibujo, y además podrá destinar el tiempo conveniente para enseñar la Álgebra, y su aplicación a la Aritmética, y Geometría: las secciones cónicas; el cálculo diferencial, e integral. Los principios generales de la Mecánica, y aplicación de ellos a las máquinas”.

Otro gran impulsor fue el deán Gregorio Funes, quien en 1807 elaboró un plan de reformas educativas para el Colegio de Montserrat, de Córdoba. Allí señaló la necesidad de enseñar Física aplicada para dar uso a una colección de “máquinas” (se supone que de vapor) que habían sido adquiridas años atrás y no podían utilizarse por falta de operadores capacitados

Martín J. de Altolaguirre aplicó en sus chacras procedimientos propios de la agricultura científica y montó un completo gabinete de física.

¿Cuándo se hizo la primera vacunación en el nuevo país?


En 1805 y con la vacuna antivariólica. Luego de que, en 1796, Edward Jenner realizara la primera aplicación de esta vacuna, su uso se extendió por gran parte de Europa, incluida España. Pero durante varios años, la población de América siguió siendo azotada por la temible viruela. En 1804, el Rey dispuso una expedición para que cubriera las necesidades de vacunación de las distintas colonias americanas. Sin embargo, antes de que la expedición sanitaria arribara al Río de la Plata, llegó a Rio de Janeiro, procedente de Río de Janeiro, la Fragata Rosa del Río, del traficante de esclavos Antonio Machado de Carvalho, con una reserva de vacunas en receptáculos de vidrio y esclavos negros que habían sido sucesivamente vacunados. Fue así como, desde la vecina orilla, trajeron a Buenos Aires, en 1805, una provisión de vacunas y dos jóvenes esclavos negros vacunados. El 24 de agosto se hizo la primera vacunación masiva y, luego, el doctor Cosme Argerich comenzó a vacunar gratuitamente a los más pobres en el Curato dl Socorro, mientras que las personas pudientes debían pagar entre uno y cuatro pesos. Antes de finalizar ese año, la vacuna había llegado a Córdoba, Salta, Mendoza y las misiones.

¿Cuál se considera el primer invento de la nueva nación?


Entre los documentos de la Junta de Gobierno de 1810 se encuentra una nota enviada por Miguel Colombise, un relojero holandés radicado en Buenos Aires, que pedía ayuda económica para desarrollar su invento: un sistema para gobernar el vuelo de un “aerostat” capaz de desplazarse, al menos, un cuarto de legua por minuto. Mencionaba que había hecho el mismo pedido al virrey Liniers, pero no había obtenido respuesta. No hay registro de por qué la idea no fue apoyada por Liniers, pero sí se sabe que el pedido a la Junta fue archivado con una inscripción que decía: “para calificarlo de la calidad de muy malo, no se necesita más prueba que la de que el señor Liniers despreció el proyecto”.

¿ Se hacían pronósticos meteorológicos?


No se hacían pronósticos, pero sí registros del estado del tiempo. La primera serie de observaciones, diarias y por casi dos meses, fueron publicadas en 1801, en el Telégrafo Mercantil. Se indicaba la temperatura ambiental, la presión, la humedad, el tipo e intensidad de los vientos, y el estado general de la atmósfera. A comienzos de 1806, en el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio se publicaron los resultados de las observaciones meteorológicas que Pedro Cerviño, su editor, había llevado a cabo durante casi todo el año anterior. En ambos casos, la temperatura se daba según la escala de Réaumur.

¿Quiénes eran los Bethlemitas?


San José de Betancourt, fundador de la orden de los bethlemitas

Eran los religiosos pertenecientes a la orden Hermanos de Nuestra Señora de Bethlehem, creada en 1656 en Guatemala, que se dedicaban al cuidado de los enfermos. Llegaron a Buenos Aires en 1748 y se hicieron cargo del Hospital de San Martín de Tours. Más tarde, en un terreno que había sido de los jesuitas, instalaron el Hospital de la Residencia, donde se trasladaron hacia 1806. Otro lugar que también había sido de los jesuitas y fue asignado a los bethlemitas fue el que luego de llamó Lomas de la Convalencencia, destinado a enfermos incurables, locos y contagiosos. En ese predio, después se construyeron el Hospital Rawson y los neuropsiquiátricos Borda y Moyano. Los bethlemitas también se involucraron de las luchas por la independencia en varios países de Iberoamérica y, en Argentina, el prior José de las Ánimas participó en 1812, de la conspiración de Álzaga y fue ahorcado. La orden fue suprimida en 1820 y dejó de trabajar en los hospitales de Buenos Aires.

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